Resumen:
Los procesos productivos en agricultura y ganadería han estado desde siempre condicionados por las características del suelo, el clima, las fuentes de irrigación y la variedad y naturaleza del ecosistema circundante.
Si bien en algunas regiones privilegiadas del planeta, la naturaleza es tan pródiga que los cultivos se desarrollan con facilidad, en la mayoría de los casos, el hombre ha tenido que recurrir a su ingenio para lograr que los cultivos sean viables y sostenibles en el tiempo.
En lo que se refiere a la producción de viñedos, la especie Vitis vinifera tiene preferencias específicas por suelos con buen drenaje, balance adecuado de nutrientes, clima templado y seco, lluvias suficientes pero no muy frecuentes, y abundante iluminación solar.
Todas estas condiciones se encuentran naturalmente en muchos lugares del planeta, pero en otros lugares igualmente se puede obtener una buena producción, por ejemplo con irrigación artificial cuando la lluvia no alcanza para cubrir las necesidades mínimas.
En nuestro país, los viñedos se desarrollan en las regiones de suelos semiáridos y temperaturas entre cálidas y templadas, desde la provincia de Rio Negro hasta Salta, existiendo viñedos exitosos en algunos microclimas, incluso en la costa atlántica de la provincia de Buenos Aires.
En la Patagonia, si bien los suelos apropiados son abundantes, el clima frío y las heladas impiden el desarrollo de los viñedos tradicionales. Hay viñedos importantes en el valle entre los ríos Negro y Colorado, pero más al sur el clima no es favorable para el cultivo.
En esta monografía se presenta un estudio de caso de un emprendimiento pionero en las afueras de Trevelin, provincia de Chubut, en el cual se desarrolló un viñedo viable mediante la incorporación de tecnología de detección y protección contra heladas, lográndose una producción pequeña pero exitosa, ya por su octava cosecha y que alcanzó reconocimiento internacional